Los techos de policarbonato son sólo una de las múltiples aplicaciones que puede abarcar.

El policarbonato, en todas sus tipologías, es uno de los plásticos más empleados en nuestra vida diaria, tanto en lugares públicos de gran magnitud, como en nuestros propios hogares.

Una de las aplicaciones más demandadas es su uso como cubierta o techo, especialmente en exteriores.

Para ello, son aptos tanto el policarbonato compacto como el celular, cada uno de ellos con sus ventajas particulares y diferencias muy marcadas.

Mientras que el policarbonato compacto se presenta como un material macizo y de apariencia similar a la del cristal (aunque con un peso de aproximadamente la mitad) el celular se compone de una estructura alveolar hueca.

No obstante, el policarbonato celular resulta el más recomendable para todas aquellas aplicaciones que requieren una mayor ligereza y que, por su amplitud, se ven favorecidas por un precio más económico. Algunas de ellas pueden ser: bóvedas y lucernarios, invernaderos y cubiertas de piscinas, pérgolas, cerramientos de terrazas, techos (móviles o no) y acristalamientos. Todas ellas comparten la necesidad de una alta absorción de rayos UV (dotándolo de una larga durabilidad y mantenimiento de sus propiedades), buen aislamiento térmico (mejorando con ello el ahorro de energía) y un índice de transmisión lumínica de aproximadamente un 40 % más que el del cristal (favoreciendo el aprovechamiento de la luz natural).

Los techos de policarbonato podemos encontrarlos en multitud de lugares (públicos o privados), ya que su instalación resulta sencilla con el uso de herramientas comunes y requiere poco mantenimiento.